Es un viaje por los espectáculos populares con los que se inició el siglo XX. El cinematógrafo servirá como locomotora para llevar a los espectadores por un mundo de barracas de segunda, teatritos de tercera y entoldados de cuarta. Para ver y oír a cupletistas ligeras de ropa, forzudos de mentira o focas amaestradas. Todo a la vez que los espectáculos de masas, con la argamasa del cine, juntaban al público miserable con los más pudientes y ligas de damas decentes protestaban por el tamaño de la ola verde que anegaba a España. El mundo de los espectáculos de varietés cuyos ecos, con diversos formatos, mutaciones y estrellas de barracón, llegó hasta los años 80.