A los payasos de RHUM les encargan hacer un clásico y se lo toman como una gran ocasión. No quieren que sus nietos se digan “Mi abuelo empezó payaso y de ahí no pasó”. Quieren que se digan: “Mi abuelo empezó payaso, pero se esforzó y acabó haciendo clásicos, que son la cultura, la dignidad y el futuro”. Eligen -porque no había otro en la librería- El diablo cojuelo de Luis Vélez de Guevara, subtitulado Novela de la otra vida traducida a esta. Así es como empiezan a enredarse -o, más bien, a reñir- dos tramas: la de la loca obra de Vélez -tratada con mucho respeto y con alguna libertad- y la de una compañía siempre a punto de fracasar -a lo payaso- en su empeño por llevarla a escena
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